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Operación retorno: ¡mil veces peor que el camino a Mordor!

Se acerca uno de los eventos más terroríficos del año… ¡La operación retorno! Yo no sé a quién se le ocurrió eso de que el día más triste del año es el tercer lunes de enero; lo del Blue Monday, digo. ¡El día más triste del año es el domingo que vuelves de vacaciones! ¿Y por qué azul, que es el color del cielo, del mar, de los arándanos… ¡La tristeza es gris! ¡O marrón caca, si me apuras! Grey Sunday: el día más triste del año.

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Equipaje con niños: ¡Nos mudamos 15 días a la playa!

El otro día vi un documental de los años 60, de cuando en España nos empezábamos a “ir de vacaciones” en verano. ¡Entonces no le temían al equipaje con niños! Toda la familia cabía en un Seiscientos. Y cuando digo toda la familia me refiero al padre, la madre, los cuatro hijos, la abuela… ¡Y la jaula del canario! ¿En serio? En la baca, dos maletitas escuetas. ¿EN SERIO?

Nosotros, con tres hijos, tenemos un monovolumen y, sin embargo, creo que este año vamos a tener que contratar un camión de mudanzas… El monovolumen está bien para cuando nos vamos de finde. (Bueno, quizá también se quede un poco justo). Pero para viajes más largos… ¡Olvídate!

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Viajar con niños. ¿Ser madre mochilera? ¡Menudo bulo!

Viajar con niños cambia, radicalmente, la idea de lo que es viajar. Tengo amigas madres “viajeras mochileras”. Vamos, o al menos eso dicen… aunque yo no me lo creo, la verdad. O a lo mejor es que tienen un concepto equivocado de lo que es un mochilero… El primer principio de todo mochilero es la libertad, la incertidumbre, la capacidad de improvisación… conceptos que chocan frontalmente con la condición de ser padres y, por tanto, con el hecho de viajar con niños.

Si echo la vista atrás y recuerdo mis tiempos de mochilera, me doy cuenta de que hacer ese tipo de viajes con los hijos es una utopía de las buenas. Los viajes de mochilero son viajes sin preparativos, sin rumbo, sin orden ni concierto. Ves una oferta de vuelo, llamas a tu amiga la que siempre dice sí, metes en la mochila tu ropa vieja… y en cuestión de horas estás en mitad del Serengeti tratando de negociar con un león en suajili.
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