¿Te acuerdas de cuando eras libre y no dependías de niños demandantes? ¡Yo no! Aquellos maravillosos años en los que tú te marcabas los tiempos de tus obligaciones, en los que podías empezar una cosa y terminarla del tirón, deleitarte en la continuidad de tus maravillosas y predecibles tareas domésticas, ¡alcanzar el éxtasis de saber que podías pringar las manos en un rebozado porque no las ibas a necesitar para nada más! ¡Oh, my dog! ¡Qué tiempos aquellos!
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Gente tóxica en el País de la Maternidad
Flipo con esas madres que se dedican a desanimar a las embarazadas primerizas. “Ay, ¿estás embarazada?, qué bien. Pues nada, aprovecha para dormir ahora, porque no vas a volver a pegar ojo en los próximos 35 años”, o “¿Y te quejas de las náuseas? Eso no es nada, querida, verás cuando se te pongan los tobillos como patas de elefante”, y también: “Sí, lo ves muy mono porque no es tuyo, ¡verás cuando lo tengas pegado 24 horas”. ¡Uffff! Eso sí que es gente tóxica, y no la ex de mi ex.
Ir a la playa con niños no mola tanto como parece
Ir a la playa con niños te hace darte cuenta de muchas cosas. No sé por qué la idea de ir a la playa despierta en las personas tanto entusiasmo. En mí, la primera. Y no me refiero a una desierta playa del Caribe, de arenas blancas y aguas turquesa, donde las palmeras se inclinan sobre el mar desafiando la gravedad, no. Me refiero a una playa de esas masificadas, de arenas grises y aguas turbias, donde lo único que se inclina sobre el mar y desafía la ley de la gravedad son tus carnes después de tres embarazos. Todos los años estoy deseando ir, y todos los años estoy deseando IRME.
Claro, que no es lo mismo el recuerdo que tienes de la playa de cuando eras niña: jornada de baño, risas, castillos de arena, colchonetas, correr desnuda por la orilla hasta el atardecer… O de cuando eras chavala: escapada con amigas, lucir palmito, fichar palmitos, horas muertas en el chiringuito… O de cuando ibas con el noviete: besitos en la arena, besitos en el agua, besitos en el chiringuito, correr desnuda por la orilla hasta el amanecer…
Viajar con niños. ¿Ser madre mochilera? ¡Menudo bulo!
Viajar con niños cambia, radicalmente, la idea de lo que es viajar. Tengo amigas madres “viajeras mochileras”. Vamos, o al menos eso dicen… aunque yo no me lo creo, la verdad. O a lo mejor es que tienen un concepto equivocado de lo que es un mochilero… El primer principio de todo mochilero es la libertad, la incertidumbre, la capacidad de improvisación… conceptos que chocan frontalmente con la condición de ser padres y, por tanto, con el hecho de viajar con niños.
Si echo la vista atrás y recuerdo mis tiempos de mochilera, me doy cuenta de que hacer ese tipo de viajes con los hijos es una utopía de las buenas. Los viajes de mochilero son viajes sin preparativos, sin rumbo, sin orden ni concierto. Ves una oferta de vuelo, llamas a tu amiga la que siempre dice sí, metes en la mochila tu ropa vieja… y en cuestión de horas estás en mitad del Serengeti tratando de negociar con un león en suajili.
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Ser madre en cuarentena (III): Hablándole a mi yo del pasado
Ser madre en cuarentena te obliga a desdoblarte, como poco. Si hay una verdad absoluta en todo esto de la cuarentena es que no es lo mismo el confinamiento con hijos que sin hijos. ¡Dónde va a parar! El otro día le preguntaba a una amiga que qué tal: «¡Aquí, teletrabajo y Netflix, hija, qué desesperación!» Me dice, la tía, sin cortarse ni un pelo. ¡Desesperación, la mía! ¡Que si consigo dormir cinco horas es porque se me ha aparecido la Virgen! Sin embargo, todavía las hay que están peor: ¡Las madres solteras! Bueno, no todas… Amiwiki, esa amiga mía que sabe más que Wikipedia, se lo ha montado fenomenal. Ayer mismo la llamé por teléfono, que no sabía nada de ella desde que empezó esto del arresto domiciliario.
Ser madre en cuarentena (II): Teledeberes
Ser madre nunca es fácil, pero ser madre en cuarentena ya es la risa. Hoy quisiera tratar el tema de los teledeberes. ¡Venga hombre! El primer día enviaron cosas para imprimir ¡Quién demonios tiene ya impresora en casa! ¡Las cosas se imprimen en el trabajo, de toda la vida! Que esté teletrabajando no quiere decir que tenga te-le-im-pre-so-ra. ¡A ver si nos enteramos! El segundo, mandaron una web educativa. Muy bonito todo… ¡si no fuera porque requería Flash Player! ¿Me vacilas? ¿Desde cuando no renuevas contenidos, desde el Efecto 2000? Lo de las manualidades ya alcanzó un nivel superior, ¿fue sólo a mí o a todos os mandaban trabajos manuales con turulos de papel higiénico? ¡En plena crisis del papel higiénico! ¡Mi marido y yo no podíamos de la risa! (Ahora que lo pienso, quizá las manualidades del cole fueran la razón del desabastecimiento).