Se acerca uno de los eventos más terroríficos del año… ¡La operación retorno! Yo no sé a quién se le ocurrió eso de que el día más triste del año es el tercer lunes de enero; lo del Blue Monday, digo. ¡El día más triste del año es el domingo que vuelves de vacaciones! ¿Y por qué azul, que es el color del cielo, del mar, de los arándanos… ¡La tristeza es gris! ¡O marrón caca, si me apuras! Grey Sunday: el día más triste del año.
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La caca de tu hijo sigue siendo caca, ¡no nos engañemos!
AVISO: El siguiente post puede herir la sensibilidad.
Hoy voy a hablar de caca. Avisados estáis. Ah, pero no, tranquilos. Voy a hablar de la caca de tu hijo, ¡esa no da asco! ¿Que no da asco? Empecemos por el principio: “la primera caquita”, la llaman. Qué finos. ¡Qué eufemismo! ¿Ca-qui-ta? Perdona, al lado de esto, el chapapote del Prestige es agua pura de manantial. ¡No hay más que pensar en el nombre que tiene! Meconio. Que rima con demonio, con manicomio, con “¡pero qué c*ñ*!”, pues ahí está tu madre: “anda, quita, hija, que es que eres de un asquerosito… ¡si es de tu niño!” ¿Asquerosito? ¡Pero si es que ESO no puede ser de este mundo! ¡Mi HIJO no puede ser de este mundo!
Los vampiros existen: son padres que tienen mucho sueño
¿Hay algo peor que un niño llorando toda la noche? ¡Pues sí! El tipo del “soplahojas” por las mañanas. Que llevas toda la noche sin pegar ojo (más ahora, con el calor) y cuando por fin impera la calma y el fresquito del amanecer empieza a entrar por la ventana… ¡Te despiertas dentro de lo que te parece un aspirador gigante! ¡Pero bueno, por favor! ¿De verdad hay que soplar hojas a las 8 de la mañana? ¿Qué pasa? ¿Que si esperas a las 10 ya no se puede? “Anda, pues venía a soplar hojas, pero no hay ninguna”, “Sí, es que ya se han ido a desayunar, ¡que no son horas!”
Ir a la playa con niños no mola tanto como parece
Ir a la playa con niños te hace darte cuenta de muchas cosas. No sé por qué la idea de ir a la playa despierta en las personas tanto entusiasmo. En mí, la primera. Y no me refiero a una desierta playa del Caribe, de arenas blancas y aguas turquesa, donde las palmeras se inclinan sobre el mar desafiando la gravedad, no. Me refiero a una playa de esas masificadas, de arenas grises y aguas turbias, donde lo único que se inclina sobre el mar y desafía la ley de la gravedad son tus carnes después de tres embarazos. Todos los años estoy deseando ir, y todos los años estoy deseando IRME.
Claro, que no es lo mismo el recuerdo que tienes de la playa de cuando eras niña: jornada de baño, risas, castillos de arena, colchonetas, correr desnuda por la orilla hasta el atardecer… O de cuando eras chavala: escapada con amigas, lucir palmito, fichar palmitos, horas muertas en el chiringuito… O de cuando ibas con el noviete: besitos en la arena, besitos en el agua, besitos en el chiringuito, correr desnuda por la orilla hasta el amanecer…
Equipaje con niños: ¡Nos mudamos 15 días a la playa!
El otro día vi un documental de los años 60, de cuando en España nos empezábamos a “ir de vacaciones” en verano. ¡Entonces no le temían al equipaje con niños! Toda la familia cabía en un Seiscientos. Y cuando digo toda la familia me refiero al padre, la madre, los cuatro hijos, la abuela… ¡Y la jaula del canario! ¿En serio? En la baca, dos maletitas escuetas. ¿EN SERIO?
Nosotros, con tres hijos, tenemos un monovolumen y, sin embargo, creo que este año vamos a tener que contratar un camión de mudanzas… El monovolumen está bien para cuando nos vamos de finde. (Bueno, quizá también se quede un poco justo). Pero para viajes más largos… ¡Olvídate!
Viajar con niños. ¿Ser madre mochilera? ¡Menudo bulo!
Viajar con niños cambia, radicalmente, la idea de lo que es viajar. Tengo amigas madres “viajeras mochileras”. Vamos, o al menos eso dicen… aunque yo no me lo creo, la verdad. O a lo mejor es que tienen un concepto equivocado de lo que es un mochilero… El primer principio de todo mochilero es la libertad, la incertidumbre, la capacidad de improvisación… conceptos que chocan frontalmente con la condición de ser padres y, por tanto, con el hecho de viajar con niños.
Si echo la vista atrás y recuerdo mis tiempos de mochilera, me doy cuenta de que hacer ese tipo de viajes con los hijos es una utopía de las buenas. Los viajes de mochilero son viajes sin preparativos, sin rumbo, sin orden ni concierto. Ves una oferta de vuelo, llamas a tu amiga la que siempre dice sí, metes en la mochila tu ropa vieja… y en cuestión de horas estás en mitad del Serengeti tratando de negociar con un león en suajili.
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Trucos para que los niños ordenen su habitación
Seguro que no soy la única madre que se pregunta cuáles son los trucos para que los niños ordenen su habitación. Dicen que los hijos vienen con un pan debajo del brazo, ¿no? ¡Mentira! El mío llegó con un tráiler de trastos. Literal. Cuando mi marido Daniel y yo nos enfrentamos a la montaña de artilugios necesarios para el primer año de crianza, supimos que nos teníamos que mudar de casa. Y eso no era sino el principio… ¡seis años y dos niños después, esa habitación es una scape room para Marie Kondo!