¿Te acuerdas de cuando eras libre y no dependías de niños demandantes? ¡Yo no! Aquellos maravillosos años en los que tú te marcabas los tiempos de tus obligaciones, en los que podías empezar una cosa y terminarla del tirón, deleitarte en la continuidad de tus maravillosas y predecibles tareas domésticas, ¡alcanzar el éxtasis de saber que podías pringar las manos en un rebozado porque no las ibas a necesitar para nada más! ¡Oh, my dog! ¡Qué tiempos aquellos!
Niños demandantes, dictadores del instante
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