Antes de entrar en harina y hablaros sobre cómo crear hábito de lectura en los niños, narraré una anécdota bastante ilustrativa a este respecto. Me he comprado un libro buenísimo. Buenísimo, buenísimo. Literatura pura. Vamos, que de tan bueno que es no entiendo ni una palabra de lo que dice. Pero me queda guay debajo del brazo: la portada va a juego con mis zapatos.
El otro día estaba en una sala de espera con mi hija María. Yo hacía como que leía el libro buenísimo, mientras ella ojeaba un cuento y practicaba su reciente habilidad lectora. De pronto, una madre que se me sentaba al lado -y cuyo hijo se hallaba abducido por una tablet de las caras-, levantó la vista del móvil y me preguntó: “¿Cómo haces para que tu hija lea?”. Yo, tan perpleja como sarcástica, señalé el libro buenísimo y susurré: “Leyendo a los grandes. Ellos lo notan”. No hace falta contar cómo discurrió la conversación: sólo diré que aquella señora salió de la sala de espera muy agradecida y con mi libro buenísmo debajo del brazo. ¡Ja!