Viajar con niños cambia, radicalmente, la idea de lo que es viajar. Tengo amigas madres “viajeras mochileras”. Vamos, o al menos eso dicen… aunque yo no me lo creo, la verdad. O a lo mejor es que tienen un concepto equivocado de lo que es un mochilero… El primer principio de todo mochilero es la libertad, la incertidumbre, la capacidad de improvisación… conceptos que chocan frontalmente con la condición de ser padres y, por tanto, con el hecho de viajar con niños.
Si echo la vista atrás y recuerdo mis tiempos de mochilera, me doy cuenta de que hacer ese tipo de viajes con los hijos es una utopía de las buenas. Los viajes de mochilero son viajes sin preparativos, sin rumbo, sin orden ni concierto. Ves una oferta de vuelo, llamas a tu amiga la que siempre dice sí, metes en la mochila tu ropa vieja… y en cuestión de horas estás en mitad del Serengeti tratando de negociar con un león en suajili.
Al viajar con niños, la cosa cambia: ya hay que cuadrar fechas con el calendario escolar -que se corresponden con temporada alta-, optar por vuelos masificados y carísimos, contar con que el coste se multiplica por dos, tres o cuatro, elegir un destino “seguro” y un alojamiento confortable y resignarte a que los únicos leones que podrás ver estarán dentro de un zoo o de una postal... y no hablarán suajili.
Cuando viajas de mochilera no te importa dónde vas a dormir. ¡Aunque te coman las pulgas! Total, forma parte de la aventura y, por supuesto, de la anécdota para la posteridad. Si es en el suelo… ¡Pues en el suelo! Si acabas en una choza colgando de una hamaca, ¡vas a ser la más outsider de Instagram! Aaaaay, amigas… pero al viajar con niños la cosa cambia. ¡Si hasta te sientes mal si les contratas una triste cama supletoria! (Sin darte cuenta, por otro lado, de que el retoño estaría FELIZ por dormir en una hamaca colgando entre dos palmeras.) Pero no, tu mentalidad ha cambiado. ¡De la noche a la mañana, has pasado de ser una intrépida y aventurera viajera a una insulsa turista de manual!
Por ejemplo, mira ese espíritu aventurero que encabeza los 10 mandamientos del mochilero… ¿quién se “aventura” con niños? Además de estar fatal visto (que eso, a mí, pues ya ves), sólo de pensarlo caes, inevitablemente, en un pozo de zozobras. No, al viajar con niños no se improvisa. Por la cuenta que nos trae necesitaríamos un plan A, un plan B y un plan C. Además de un seguro sanitario de «ultracobertura», una ruta segura verificada por el Ministerio de Exteriores, hackear las comunicaciones de las facciones rebeldes (si aplica) y, lo más difícil de todo: paciencia. Mucha paciencia.
Nada que ver con esas ansias de aventurarse por lugares remotos, inexplorados, carentes de toda civilización o vestigio humano, sin comodidades ni servicios básicos… ¡Sin horarios! Donde la paciencia deja de existir, básicamente porque dejas de esperar que nada ocurra.
-Bueno, en algún momento de esta semana tendrá que pasar por aquí un autobús, ¿no, Mohammed?”
-¡Sólo Alá lo sabe!… Prisa mata. Yo ir peinar camello.
Normalmente, la condición de mochilero tiene mucho también que ver con la juventud. Cuando eres joven, llevas ocioso casi todo el año y viajas para cansarte. Al viajar con niños, parece que te caen 100 años encima de golpe: cambian las tornas: ahora lo que esperas de las vacaciones es descansar. ¿Descansar? ¡Qué ingenua!
«¿Sí, hola? ¿Hotel Royal Fashion Familyfriendly? Mire, quería preguntarle si la pulserita esa del todo incluido también incluye un anestésico y niñera las 24 horas.»
En definitiva, que a mí esas que dicen que viajan de mochileras con niños no me la dan. Es postureo. Al viajar con niños es imposible no atender a horarios, a días o a lugares, ya no vale perderse….¡por si luego nunca más os encuentran!, le coges como más miedo a los bichos exóticos. Es más, todo lo exótico adquiere otro significado para ti, más tirando a lo negativo, por lo que tiene de descontrolado. Pero, amigas mías, si hay una auténtica razón de peso para no viajar de mochilera con niños es esta: todo el equipaje que necesitas llevar para que a los niños no les falte de nada no cabe ni en cien mochilas.
Soy madre, pero guardo dentro de mí mucho de esa intrépida mochilera que una vez fui. ¡Seré una jubilada de equipaje de mano! Y punto.
¿No tienes tiempo de leer los post de Mumablue porque estás organizando tu próximo viaje? ¡No importa! Puedes escuchar el podcast que hay al principio de este post ¡Cuando lo cuento es mucho más divertido!