Los expertos dicen que los niños coman verduras. ¡Y los niños dicen que se las coman los expertos! Mientras, ahí estamos las madres, atrapadas en medio de ese fuego cruzado, sacándonos de la manga descabellados trucos para hacer que los niños coman verduras. Yo lo he intentado todo, hasta tácticas de marketing: ¡una vez me disfracé de VIP! (Very Important Puerro) Os parecerá descabellado… y lo es… pero, a ver, yo me dije: la mascota es algo que siempre funciona. Pues está claro que, en este caso, no fue así: mientras María y Emma me contemplaban con mirada burlona, David rompió a llorar, desconsolado. Supongo que pensó que había sido la verdura la que se había comido a su madre.
Aún así, estoy convencida de que la clave está en el marketing. ¡Una técnica que consigue vender caquitas de goma que huelen a caquita de verdad puede con todo! Eso me lleva a preguntarme: ¿para cuándo una youtuber que ensalce las verduras y haga que los niños se las pidan para Reyes? Sí, hombre, una muchacha de estas que les molan tanto, que prescriba alimentos y enseñe a comer de todo. ¿Os imagináis? “Hola, amiguitos, hoy voy a comer coliflor”. O: “Bienvenidos a mi canal. Os voy a enseñar a preparar vuestro propio repollo casero”. ¡Que les enseñaran a cocinar verduras sí que sería útil, y no esa porquería del slime! ¿Para qué sirve el slime? Un influencer que, en vez de un Nenuco, les “venda” una menestra congelada. Mientras trabajan en ello, os voy a ir contando unos trucos para que los niños coman verduras que a mí me han funcionado.
Trucos para que los niños coman verduras sin darse cuenta
- Cocina deconstruida de autor. Vamos, los purés de toda la vida. Se cuecen las verduras, se meten en la batidora y el autor, o sea la mamá o el papá, acciona el botón. ¡Voilà! Con habilidad de mago haremos desaparecer las formas y las texturas, dos de las características que les genera rechazo. Además, tragar cuesta menos que masticar. Como extra, los purés nos permiten camuflar el sabor amargo de muchas verduras con otras más dulces, como la patata, la zanahoria o los guisantes. Triturarlo todo es, de todos los trucos para que los niños coman verduras, el más sencillo y saludable…
- Alquimia gastronómica. Convertir el plomo en oro es posible. Eso sí, a costa de aderezos o elaboraciones más complejas. Las verduras en tempura les suelen gustar ¡Nadie se resiste a un frito! Bien es cierto que hacer que coman verduras a costa de comer fritanga es desnudar un santo para vestir otro, pero es una forma de que, poco a poco, se familiaricen con las verduras y vayan aceptándolas en otros formatos. Eso sí, preparadlas en casa, nada de tirar de ultracongelado. Bechameles, salsas de tomate o mayonesas (¡caseras, por favor, que no es tan difícil!) pueden llegar a convertir en una fiesta un triste trozo de coliflor o unas lánguidas judías verdes. ¡Este es uno de los trucos para que los niños coman verduras que mejor funciona con los adultos!
- Deshazte del cadáver. Consiste en encontrar el modo de esconder las verduras. ¡Atención, porque no es sencillo! ¡Dicen que el yacimiento de Atapuerca lo descubrió un niño que hurgaba en su plato con un tenedor! Hay tres formas básicas de deshacerse de un cadáver: la primera es enterrarlo, eso está claro. Olvidadlo, las verduras saldrán a la luz rápidamente. La segunda, descuartizarlo: picar las verduras tan finamente que sean prácticamente indetectables dentro de tortillas, arroces, pastas o empanadillas. La tercera, la disolución. No, no metáis las verduras en ácido corrosivo. Hacer que se desintegren es tan sencillo como tirar de batidora de nuevo. Purés, salsas de guisos con verduras, batidos, bechameles “enriquecidas”… Este es el truco para que los niños coman verduras más arriesgado. ¡Si somos descubiertos estaremos bajo sospecha por el resto de nuestros días!
- Estrategia de marketing. Empezando por cómo se llaman las cosas. Yo, cuando Emma era pequeña, comencé a cambiarle el nombre a las verduras: judías verdes suena verde, las cosas como son. Mejor llamarlas “tiritas” y dejar que juegue a enrollárselas en el dedo. Tropezones en la sopa suena a que te vas a caer de boca, ¿qué tal “barquitos”? La tarta de zanahoria envuelve a esta hortaliza en un halo de esplendor . Y las coletillas “frito” o “empanado” colocan a las verduras en el palco de honor.
El otro día, David manoteaba calabacín en puré mientras Emma y María lo comían rebozado. Todo iba sospechosamente sobre ruedas… ¡Había logrado contentar a los niños y contentar a los expertos! ¡¡Me sentía the F****** Master of the Universe!! Hasta que apareció mi madre. Supe, de pronto, que ella sería más difícil de contentar. ¿Qué estáis comiendo?, les preguntó. Yo sabía que NO era una pregunta inocente. Mis sentidos más primitivos se pusieron en alerta. “Ay, hija, de verdad” -me reprochó- “¿cómo dejas que el niño coma con las manos? ¡Dáselo tú! ¿Y las niñas? ¡Es pura grasa! ¡Dime, al menos, que es aceite de oliva!”. “Sí, mamá” -le respondí- “son trucos que tengo para que los niños coman verdura“. Ahí sí se abrió la caja de los truenos. “¿Trucos para que los niños coman verduras? ¡En mi época si no te lo comías a la hora de comer, te lo comías para cenar o para desayunar! ¡Vaya ideas! ¿Qué va a ser lo próximo? ¡Ponerles un vídeo de esos de yutú para que miren cómo comen verduras los demás en vez de comérselas ellos?”
Soy madre, pero no por eso me lo trago todo. Mucho menos los reproches. Y punto.
¿Leer tanto texto desde el móvil se te hace bola? No pasa nada, he triturado este contenido con la batidora y lo he convertido en el podcast que puedes encontrar al principio de este post.