El mito de Aracne para niños, como la mayoría de los mitos, es un poco difícil de contar, ya que los relatos mitológicos clásicos no escatimaban en episodios truculentos que en modo alguno resultan adecuados para los más pequeños. Sin embargo, en Mumablue adaptamos los mitos clásicos más famosos al entendimiento y la sensibilidad infantil, para que los peques se inicien en el conocimiento de la cultura clásica.
Este mito de Aracne para niños se basa en la versión que ofreció el poeta romano Ovidio en su obra “La Metamorfosis” y cuenta la historia de cómo la diosa Atenea castigó a la hilandera Aracne por su vanidad y soberbia, convirtiéndola en araña y condenándola a tejer telas de araña por el resto de su vida. Un mito que enseña los valores de la humildad y la modestia.
Audiocuento El mito de Arance
Más abajo puedes encontrar el texto del mito de Aracne para niños, en su versión para leer. Pero si lo prefieres en formato para escuchar, con el relato ambientado con músicas y efectos, puedes optar por el audiocuento.
Músicas CC 3.0: Cattails y Gagool, por Kevin MacLeod. Harfe Impro Harp Diverse, por Monika Gatt.
¿Prefieres leerlo tú mismo? ¡Buena idea! Te dejamos una musiquita de ambiente para que le puedas poner de fondo y darle un toque mucho más especial a tu relato.
El mito de Aracne para niños
Aracne era una joven de extraordinaria belleza que vivía en la región de Lidia, pero la hermosura no era su única virtud. ¡La muchacha tenía una extraordinaria habilidad para tejer y bordar! ¡Una auténtica artista en el uso del telar! Su trabajo era de un realismo increíble y todo aquel que veía uno de sus telares quedaba asombrado. Poco a poco su fama se extendió. La gente acudía a su taller para admirar su obra y pronto comenzó a decirse que Aracne era la mejor tejedora de Lidia. No faltó quien llegó a referirse a ella como la digna discípula de la diosa Atenea.
Pero estas alabanzas a sus telares tuvieron un efecto negativo en Aracne, quien terminó por creérselo demasiado. Se volvió entonces una joven engreída, soberbia.. y comenzó a decir de sí misma que era la mejor tejedora del mundo.
– ¿Discípula de Atenea? ¿Discípula? ¡Qué tontería! Yo soy mucho mejor tejedora que esa diosa -presumía Aracne.
Estas palabras llegaron a oídos de Atenea, quien se enfureció tremendamente por la vanidad de Aracne y decidió darle un escarmiento. Atenea se disfrazó de anciana y acudió al taller de la joven bordadora. Tras observar detenidamente sus tapices, la anciana dijo:
– Oh, estos bordados son extraordinarios, joven. Son tan realistas… ¡Parece como si estuvieran hechos por la mismísima Atenea! -le reconoció la vetusta mujer.
– Salta a la vista, buena anciana, que la calidad de mis bordados supera con creces a los de la diosa Atenea -respondió Aracne, llena de soberbia.
– Nooo, niña. No debes decir eso. ¡Ofenderás a la diosa! -le aconsejó la anciana.
– ¿Ofenderla? Si se ofende será porque sabe que sólo hay verdad en mis palabras -se burló Aracne.
– No deberías enfrentarte a Atenea. ¡Tu soberbia podría tener consecuencias terribles! -advirtió de nuevo la extraña mujer.
– ¡No tengo ningún miedo! Es más, si tuviera a Atenea ahora mismo aquí delante la retaría a competir. ¡Así sabríamos quién de las dos es mejor tejedora! – concluyó Aracne, con exceso de orgullo.
– ¡Así sea, Aracne! ¡Yo soy Atenea! Competiré contigo, si así lo deseas -la retó la vieja
Mientras decía estas palabras, el disfraz de anciana se desvanecía. Su negro y harapiento vestido se transformó en una blanca túnica y las arrugas desaparecieron y dieron paso al bello rostro de Atenea.
Entonces ambas comenzaron a tejer. Atenea elaboró un asombroso tapiz que representaba su propia victoria sobre Poseidón. Aracne, yendo un paso más en su afrenta a los dioses, tejió una escena donde éstos, disfrazados de animales, protagonizaban situaciones grotescas.
Cuando ambas terminaron, Atenea reconoció que la destreza de la joven Aracne era perfecta. Sin embargo, se enfadó muchísimo con la joven por haber ridiculizado a los dioses en las escenas representadas. En un arranque de ira, Atenea destruyó el tapiz de Aracne y roció los hilos del telar con una poción de acónito. En ese momento los hilos se convirtieron en telas de araña que rodearon a Aracne transformándola en araña.
– Este es el castigo por ofender a los dioses con tu altanería y falta de humildad. Yo te condeno a ti y a todos tus descendientes a vivir colgando de un hilo -maldijo Atenea.
Y así fue cómo Atenea castigó a Aracne a pasar el resto de tu vida haciendo lo que mejor sabía hacer: tejiendo. ¡Tejiendo telas de araña!
Curiosidades sobre el mito de Aracne
El mito de Aracne -tal y como os lo hemos contado- se recoge en el libro del poeta romano Ovidio titulado “La Metamorfosis”. Otros escritores de la era clásica, como Virgilio o Plinio, hablaron también de Aracne en sus escritos, por ser uno de los mitos que mejor enseña el valor de la humildad, a no ser orgulloso y a no ofender a los dioses.
En la antigua Roma, los mitos se utilizaban para explicar la realidad o dotar de razones a los hechos de la naturaleza. El mito de Aracne sugiere que el arte de tejer se originó cuando los humanos comenzaron a imitar la labor de las arañas y es muy probable que sea cierto, ya que en todas las civilizaciones se utiliza la técnica de tejer desde muy antiguo.
Las arañas construyen sus telarañas de forma metódica, hilvanando los hilos de seda que sale de su abdomen. ¡Es uno de los materiales más resistentes que existen! Por este motivo y por el modo en que las arañas entretejen estos hilos, las telas de araña son una estructura única en la naturaleza, estudiada por muchos científicos que quieren imitarla.
El mito de Aracne también se ha reflejado en el arte occidental de una u otra forma. Por ejemplo, inspiró al gran pintor español Diego de Velázquez para pintar su famoso cuadro “Las hilanderas”, que puede contemplarse en el Museo del Prado de Madrid.
Más mitos clásicos para niños gratis
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Imagen: Palacio griego y araña (Freepik)