Cuento divertido para niños + audiocuento gratis

cuento divertido para niños

Si buscas un cuento divertido para niños, estás en el lugar adecuado. ¡Nuestra propuesta seguro que a tu peque le va a encantar! Se trata del cuento “Caperucita Rebelde en el País de las Maravillas”, un relato en el que Caperucita Roja se cuela en Wonderland y comienza a hacer de las suyas junto a una atónita narradora. ¡Un cuento divertido para niños que no se espera!

Pero antes de seguir, debes conocer a nuestra excéntrica protagonista: Caperucita Roja o, mejor dicho, Antonia Kitty, como ella prefiere que la llamen. Así lo decidió el día en que hartó de que el narrador del cuento hiciera con ella lo que quería, y por eso se rebeló. En este otro cuento divertido para niños, “Caperucita Rebelde“, puedes conocer cómo empezó todo.

Si ya conoces esta historia, es momento de descubrir este cuento divertido para niños en su versión para escuchar. Si preferís leerlo directamente o representarlo en familia o en el cole, podéis encontrar el texto más abajo.

Músicas CC 2.0: The Return y Lurking Sloth, por  Alexander Nakarada; Managing Mischief, por Bryan Tech; y Consort of brass, por Kevin MacLeod.

¿Os apetece representar este cuento divertido para niños? ¡Os dejamos una música para poner de fondo y ambientar la interpretación!

Cuento divertido para niños: Caperucita Rebelde en el País de las Maravillas

NARRADORA: Una tarde calurosa de verano, junto al río, Alicia escuchaba cómo su hermana le leía un libro de historia, sin dibujos, y se aburría un poco. Alicia acariciaba a su gatita Diana mientras dejaba volar su imaginación, cuando de repente pasó corriendo un…

CAPERUCITA: Hola Narradora, ¿Qué pasa? ¿Cómo lo llevas?

NARRADORA: ¡Pero bueno!… ¿Otra vez tú?

ALICIA: ¿Esta niña quién es?

NARRADORA: (CON FASTIDIO, RESIGNACIÓN) Caperucita Roja

CAPERUCITA: ¡Que me llamo Antonia! ¡Antonia Kitty! 

NARRADOR: ¡Antonia, como sea! 

ALICIA: Un placer conocerte, Antonia. Me llamo Alicia…

NARRADORA: ¿Se puede saber qué haces tú en este cuento?

CAPERUCITA: Pues nada, que me aburría, ¿sabes? Y me he dicho: me voy a dar un paseo por el País de las Maravillas, que me han dicho que es… ¡Como una alucinación gigante!

NARRADOR: (CON FASTIDIO) Ya… Pues hoy no cuentes conmigo. 

CONEJO: ¡Deprisa, deprisa! Que llego tarde.

CAPERUCITA: ¡Uy, mira! ¡El Conejo Blanco! (LLAMA) Señor conejo, espere. Venga, venga aquí un segundo…

CONEJO: ¿Qué quieres, Mariana? ¡No me entretengas, que llego tarde!

CAPERUCITA: No soy Mariana. ¿Quién es Mariana?

ALICIA: ¡Que me llamo Alicia! ¡Qué manía!

CAPERUCITA: ¡Madre mía! ¡Lo que les cuesta llamarnos por nuestros nombres! ¿Eh?

CONEJO: Entonces, ¿Quién eres, niña? ¿Qué quieres?

CAPERUCITA: ¡Antonia Kitty, para servirle! No, que estaba yo pensando que está usted muy estresado, todo el día para arriba y para abajo, siempre a la carrera, “Que llego tarde, que llego tarde”. ¿Acaso no sabe que la prisa y los nervios son malísimos para la salud? 

CONEJO: ¡Es que no llego, no llego!

CAPERUCITA: ¿Que no llega? ¿Lleva usted más de 150 años en este cuento y todavía no se ha dado cuenta de que siempre llega? Díselo tú, narradora…

NARRADORA: Bueno, sí… eso es verdad… pero porque…

CONEJO: Ah, ¿sí?

CAPERUCITA: ¿Has visto? Si es que esta narradora hace con nosotros lo que le da la gana….

NARRADORA: Pero es que este detalle es importante para el cuento…

CAPERUCITA: Ni caso. Anda, túmbate ahí un rato y relájate, que nos pones nerviosos a todos… Yo me voy a dar un paseo, a ver qué me encuentro…

NARRADORA: Pero, ¿a dónde vas? No es por ahí…

CAPERUCITA: Ya, ya… pero es que yo en el túnel ese no me meto ni loca, ¿sabes? Eso de caer al vacío y estar a punto de ahogarme en mis propias lágrimas es demasiado… dramático. Mejor, me voy andando por ese sendero florido.

NARRADORA: ¡Espera! No puedo dejar que vayas tú sola por este cuento.

CAPERUCITA: Hmmm… está bien, puedes venir. Pero nada de ir contando lo que tengo que hacer. Lo haremos al revés: yo voy viviendo MI historia y tú te limitas a narrar lo que ocurre. Como los cronistas.

NARRADOR: (CON FASTIDIO) ¡Está bien! (PAUSA) Antonia Kitty caminaba por un un bonito sendero. A los lados crecían bellas y extrañas flores que seguían a la niña con la mirada y murmuraban a su paso… 

NARRADORA: ¡Pero, espera! ¡Oye! ¡Qué haces!

CAPERUCITA: Pues un ramillete para mi abuelita. ¿Tú sabes cuánto lo va a flipar si le llevo flores que hablan? 

NARRADORA: ¡Que no, que no! Que no puedes arrancar las flores. ¡Pero qué falta de conciencia ecológica!

CAPERUCITA: ¿Falta de conciencia ecológica? ¿yo? Per-do-na. ¿Y tú? Cuando cuentas eso de la morsa y el carpintero que se comen a las ostras, una y otra vez. ¿No sabes que los recursos del mar son limitados? ¿Eh? 

NARRADORA: Sí, bueno… pero…

CAPERUCITA: ¡Pero, nada! ¿Y cuando haces que los soldados pinten las rosas blancas con pintura acrílica? Y luego se marchitan y se mue-ren…

NARRADORA: Vale, vale… tendré que cambiar alguna que otra parte de este cuento…

CAPERUCITA: ¡Pues eso! Ya te ayudo yo a cambiarlo… solo sigue narrando lo que veas.

NARRADORA: Antonia Kitty salió del sendero y se adentró entre la maleza. De pronto, vio una extraña oruga azul sentada encima de una seta, con los brazos cruzados. Fumaba de una gran pipa y no parecía mostrar interés en lo que sucedía a su alrededor. Hasta que vio a Caperuc… (EJEM) Antonia.

ORUGA: (VOZ LÁNGUIDA Y ADORMILADA) Túúúúú… ¿Quién-eres-TÚÚÚÚ?

CAPERUCITA: ¡Uy, qué susto me ha dado! Antonia Kitty, encantada. ¿Y usted?

ORUGA: Tan solo una oruga.

CAPERUCITA: (BURLA) Tan solo una oruga… ¡Eso no es un nombre!

ORUGA: ¡Vigila ese mal genio!

CAPERUCITA: Ohhhh, me va a decir usted que tengo mal genio… ¡Pues sea más amable! Y… ¡Un momento! (TOSE) ¿Está usted fumando en pipa? (TOSE)

ORUGA: Hmmm…. pues sí

CAPERUCITA: (TOSE) ¿Es que no sabe que no se puede fumar en horario infantil? ¡Y me está echando todo el humo! ¡Que eso es malísimo para la salud! Traiga acá esa pipa.

ORUGA: Uy, pues sí… perdona. Para compensarte, puedo ofrecerte unos pedazos de mi seta. Un lado te hará crecer y el otro te hará más pequeña…

CAPERUCITA: (INTERRUMPE) ¿Me está ofreciendo usted una seta alucinógena? ¿Es que no sabe que son venenosas y que me puedo morir? ¿O quedarme pa allá?

ORUGA: No es alucinógena… es mágica…

CAPERUCITA: (IRÓNICA) Sí, ahora lo llaman así… Narradora, me parece una irresponsabilidad que una oruga así continúe estando en este cuento, de verdad te lo digo.

NARRADORA: Puede que tengas razón… son otros tiempos ya… hmmm, tomo nota. (PAUSA)

NARRADORA: Antonia Kitty se alejó de aquel lugar, internándose más en el bosque, que pronto se volvió oscuro y tenebroso. De repente, en la rama de un árbol, apareció un extraño gato con una enorme sonrisa. Al instante, el gato desapareció, y solo quedó su sonrisa flotando contra el oscuro cielo, como un gajo de luna…

CAPERUCITA: ¡Qué curioso! He visto muchas veces un gato sin sonrisa, pero nunca una sonrisa sin gato… (PAUSA) (SORPRENDIDA) ¡Oh! Tú debes ser el gato de Chees, chesss… chessssiii…

GATO: ¡Cheshire!

CAPERUCITA: ¡Eso! Oye, ¿no has pensado nunca en cambiarte el nombre? No sé, por uno menos… complicado… Tal vez… ¿Micifú?

GATO: ¿Eso se puede hacer? Digo, lo de cambiarse el nombre.

CAPERUCITA: ¡Claro! Vas al Registro Civil y te lo ponen directamente en el DNI. Mira. ¿Qué pone aquí?

GATO: Antonia Kitty

CAPERUCITA: ¡Pues eso!

GATO: Ah… ¿Y a dónde vas, Antonia Kitty?

CAPERUCITA: No voy a ninguna parte, solo estoy dando un paseo por el País de las Maravillas.

GATO: Ohhh… entonces te recomiendo que vayas a visitar al Sombrerero y a la Liebre de Marzo. Están a punto de empezar su merienda…

CAPERUCITA: Ay, eso me recuerda una cosa… Narradora, ¿por qué se llama Liebre de Marzo si estamos en octubre? Es decir, ¿no sería lo suyo cambiarle el nombre según el mes en el que cuentes el cuento? ¡Es que resulta muy desconcertante!

NARRADORA: Eso te resulta desconcertante y una sonrisa sin gato… ¿no?

CAPERUCITA: No, pues no…

NARRADORA: Antonia llegó a una extraña casa. Debía de ser el hogar de la Liebre de Octubre, porque tenía dos chimeneas con forma de largas orejas y un tejado recubierto de pelo. En el jardín, un sombrerero y una liebre tomaban el té de forma caótica: según acababan su taza, se cambiaban de lugar en la mesa y se servían un nuevo té…

SOMBRERERO: ¡No hay sitio! ¡No hay sitio para tomar el té!

CAPERUCITA: Pero bueno, narradora, ¿esto qué es? ¿No me van a cantar el Feliz no-cumpleaños?

NARRADORA: Hmmm… ¡Pues no!

CAPERUCITA: ¿Y eso? ¿Es que no saben que hoy es mi no-cumpleaños?

NARRADORA: Pues es que eso pasa en la película, no en el libro… y yo soy la narradora del libro…

CAPERUCITA: ¡Pues vaya! Qué decepción. Yo venía aquí sólo para eso. Siempre me ha molado, ¿sabes? (CANTA) “Feliz-feliz no cumpleaños…”

SOMBRERERO: Niña, acércate. ¿Quieres un poco de té?

CAPERUCITA: ¿Té? ¿Estáis locos? ¿Es que no sabéis que los niños no podemos tomar té, que tiene teína y luego no podemos dormir?

SOMBRERERO: ¡Pregunta que si estamos locoooos…! Liebre, díselo tú.

LIEBRE: ¡Locos de remate!

CAPERUCITA: Narradora, yo me largo de aquí.

NARRADOR: Antonia Kitty dejó atrás al Sombrerero y la Liebre de Octubre. Después de un buen rato llegó hasta un bonito jardín. Un gran arbusto de rosas blancas se alzaba cerca de la entrada. Tres naipes se encargaban de pintarlas de rojo…

CAPERUCITA: ¡Chhhsst! ¿Qué hemos dicho sobre pintar las rosas?

NARRADOR: Es verdad, que se me había olvidado… es que son muchas cosas…

NAIPE: Tienes suerte de que tu caperuza sea roja y no blanca. Si no, tendríamos que pintártela… La Reina de Corazones odia el color blanco.

CAPERUCITA: ¿Es anti-madridista, o qué?

REINA: ¡Que le coooorten la cabeza!

NAIPE: ¡Ya está aquí! ¡Y está furiosa! Ten cuidado, niña…

CAPERUCITA: ¿Furiosa? ¡Tú no conoces a mi abuelita! (DIRIGIÉNDOSE A LA REINA) Que le corten la cabeza… ¿A quién, su majestad?

REINA: Al Conejo Blanco. ¡Llega tarde!

CAPERUCITA: Pero, narradora… ¿Eso cómo es posible? ¡Si nunca pasa!

NARRADORA: Nunca pasa, claro. Porque como se estresa, pues llega a tiempo. Tú has cambiado su pasado y, por tanto, su futuro…

CAPERUCITA: Pero, ¿y eso no me lo podías haber dicho antes?

NARRADORA: ¡Pero si no me has dejado acabar!

REINA: ¡Con quién hablas, niña!

CAPERUCITA: ¿Eh? ¿Se refiere usted a mí? Pues… con la narradora de este cuento.

REINA: La narradora de este cuento… (INQUISIDORA) ¿Está aquí?

CAPERUCITA: Ajá…

REINA: ¡Pues que le cooooorten la cabeeeeezaaaaa!

NARRADORA: ¡Un momento! ¿Cómo me van a cortar la cabeza? Entonces ya no podré narrar más esta historia.

REINA: (BURLA) No podré narrar más esta historia… ¡Pues, mejor! ¿Has visto la pinta que tengo jugando al criquet con flamencos. ¡Venga, por favor! Que soy una reina.

CAPERUCITA: ¿Te das cuenta? ¡Si es que nos tienes hartos a todos!

NARRADORA: ¡¿Hartos?! ¿Yo? Oye, perdona, pero yo sólo soy quien cuenta el cuento. ¿Por qué no le echáis la culpa al escritor?

CAPERUCITA: Hmm, sí. Pues tiene sentido…

NARRADORA: Que ya estoy hasta el moño de comerme yo todos los marrones, que sólo soy una mandada…

CAPERUCITA: ¿Y quién dices que escribió este cuento?

NARRADORA: Lewis Carroll

REINA: ¿Lewis Carroll? 

LEWIS: ¿Me habéis llamado?   

REINA: ¡Que le cooooorten la cabeeeeeezaaaaaa!

NARRADORA: Se va a liar gorda…

CAPERUCITA: Sí, yo me largo… (PAUSA) Oye, Narradora, qué te iba a decir… que lo de la Reina esta, loca, tampoco lo veo, ¿eh? Es como muy violento, como que solivianta un poco que haya una señora ahí todo el rato amenazando con decapitar, ¿qué te parece si en lugar de eso nos inventamos que Alicia llega a un laberinto en el que vive un unicornio y tiene que domarlo para conseguir llegar hasta el Reino de Miriñán y…

NARRADORA: Ufff…..

Curiosidades de Alicia en el País de las Maravillas

Alicia en el País de las Maravillas es uno de los libros de literatura juvenil más importantes de la historia. Fue escrito por Lewis Carroll, quien, además de escritor era lógico, matemático y fotógrafo. Carroll inventó la historia de Alicia en el País de las Maravillas para la niña Alice Liddell, durante unas vacaciones junto a sus padres, una historia que más adelante se convertiría en la obra literaria que conocemos hoy.

A Luis Carroll no le gustaban los cuentos de hadas. Por eso Alicia en el País de las Maravillas es una obra tan distinta a la literatura de la época. Se enmarca dentro del género del Sinsentido y se ambienta en un mundo al revés, lleno de extraños personajes que van más allá de los seres fantásticos a los que estamos acostumbrados.

Luis Carroll nació en un pequeño condado de Inglaterra llamado Cheshire. ¡Sí, exacto! ¡Como el gato! En aquel condado, desde tiempos inmemoriales, se vendían unos quesos con figura de gato que tenían una enorme sonrisa, lo que dio origen a la expresión inglesa “sonreír como un gato de Cheshire”. Carroll sólo se inspiró en esa idea para crear a este extraño personaje (conocido en latinoamérica como Gato Risón).

En 1951 Disney recreó la historia de Alicia en el País de las Maravillas en una película de dibujos animados. ¡Seguro que la has visto! La versión de Disney de Alicia es una forma maravillosa de adentrarse en el País de las Maravillas, pero en cuanto te sientas preparado tienes que leer el libro original. ¿Sabes que en él ocurren cosas que no aparecen en la película o en los cuentos más cortitos que has leído? ¡Te sorprenderá descubrirlas!

Un cuento divertido para niños… y muchos más

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Imagen de Caperucita y fondo: Freepik.