Cuento de duendes para leer a los niños + Audiocuento

Cuento de duendes para leer a los niños

Aquí tienes un cuento de duendes para leer a los niños, una historia divertida y muy simpática que comienza cuando en la casa de los señores Bliss empiezan a ocurrir cosas misteriosas. ¿Será que es cosa de duendes? Más adelante encontrarás el texto de este enternecedor relato, pero, antes, te proponemos que lo escuchéis directamente en formato audiocuento, una versión en la que las músicas y efectos tienen un protagonismo muy especial.

Audiocuento ¡Hay duendes!

Si te resulta más cómodo, este cuento de duendes para leer a los niños también se lo podemos contar nosotros.

Música: CC0 Funkeriffic, Krampu’s Workshop y CC 3.0 Cartoon Pizzicato, por Kevin MacLeod. CC0 Twinkle, twinkle, little bat.

¡Prefieres ponerle voz tú mismo a este cuento de duendes para leer? ¡Crea algo de ambiente! Con esta música de fondo lo tendrás muy fácil.

¡Hay duendes!

La señora Bliss estaba desesperada. ¡Últimamente no encontraba las cosas! Sólo en la última semana había perdido un dedal, una caja de cerillas y dos monedas de un euro.

– ¡Eso es que hay duendes! – decía el señor Bliss

Y la señora Bliss se enfadaba todavía más.

– ¿Duendes? ¡A lo mejor el duende eres tú! ¡Todo el día cambiándome las cosas de sitio!

Pero lo cierto es que la señora Bliss estaba más preocupada que  enfadada. ¿Estaría perdiendo la memoria? ¡¿Y si un día, al despertar, no recordaba ni siquiera su nombre?! 

La señora Bliss, todas las tardes se echaba la siesta. Y aquella tarde no era diferente. Después de comer, como llevaba haciendo los últimos 30 años, se sentó en su mecedora y se quedó dormida.

De pronto, una extraña criaturita asomó la cabeza por detrás de un radiador. Se aseguró de que dormía y se dirigió hacia ella. Trepó a la mesita y miró hacia la puerta. Ejercitó un poco los brazos, agarró las gafas de la señora Bliss y salió corriendo.

– Te digo que hay duendes -repetía el señor Bliss –A mí también me ha desaparecido un calcetín y estuche de las lentillas.

La tarde siguiente, mientras la señora Bliss dormía, la extraña criaturilla asomó de nuevo por detrás del radiador. Caminó de puntillas. Agarró un pastillero que se le había caído al suelo a la señora Bliss. Y corrió a esconderse detrás del radiador.

– ¡Pues sí que hay duendes! -se lamentaba, ahora, la señora Bliss -Estoy segura de que se me cayó al suelo antes de quedarme dormida.

La siguiente tarde, la señora Bliss, como todas las tardes durante los últimos 30 años, se sentó en la mecedora después de comer, pero no se durmió. Entornó los ojos, fingió unos sonoros ronquidos, y se puso a esperar.

Al rato, la extraña criaturita volvió a asomar por detrás del radiador. Comprobó que la señora Bliss dormía. Saltó a la alfombra y, con paso disimulado, caminó hacia la caja de galletas de la señora Bliss.

– ¡Te pillé, ladronzuelo! – gritó la señora Bliss, dándole un susto de muerte.

La extraña criatura corrió como nunca y se escondió detrás del radiador.

El señor Bliss y la señora Bliss desmontaron el radiador para atrapar a la extraña criatura.

– Te digo que es un duende, ¡es un duende! – repetía el señor Bliss.

Cuando retiraron el aparato encontraron un agujero en la pared. El señor Bliss alumbró con una linterna y acercó un ojo.

¡Lo que vio le dejó perplejo! ¡Parecía una preciosa casa de muñecas! El pastillero era ahora una bonita mesa de comedor, con dos dedales por sillas. Los cristales de las gafas se habían convertido en dos bonitos tragaluces que conectaban con el jardín. El estuche de lentillas servía ahora como lavabo. Con las dos monedas de un euro y un viejo mechero habían construido los fogones de una cocina.  La caja de cerillas era una confortable camita con mantita de calcetín y con las cerillas de su interior habían construido una cuna diminuta. De pronto, el señor Bliss notó que cuatro ojillos inquietos centelleaban a la luz de la linterna. 

– ¡¿Qué hay?! ¡¡Qué ves!! – se impacientó la señora Bliss

– Efectivamente son duendes – respondió el señor Bliss -dos duendes recién casados que están construyendo su nueva casa.

Desde aquel día, el señor y la señora Bliss depositaban detrás del radiador diversos objetos diminutos para que siguieran amueblando su casa. Y todos los domingos, además, les dejaban una sabrosa galleta de la caja de galletas de la señora Bliss.

Curiosidades sobre los duendes

Los duendes son criaturas mitológicas fantásticas con apariencia humana y de pequeño tamaño, que se suelen representar con orejas puntiagudas y piel verdosa. El nombre de “duende” significa “dueño de la casa”, ya que se cree que estos seres tienen el poder de “apoderarse de los hogares y encantarlos.

Los duendes están presentes en el folklore de muchas culturas a lo largo y ancho de todo el mundo. Ya en la antigua Roma se creía que existían unos dioses menores ligados al hogar, lo que ellos llamaban lares, y que se encargaban de proteger las casas. 

En la mitología de muchas culturas se cree que los duendes son mágicos seres que tienen poderes, una personalidad bromista y un poco maliciosa, por lo que se les echa la culpa cuando algo se rompe o desaparece dentro de casa (igual que creía el señor Bliss).

En otras ocasiones, los duendes aparecen ligados al mundo de las hadas y se caracterizan por ser seres elementales, cuidadores de la naturaleza y de los bosques. ¡Los duendes son muy escurridizos y por eso es muy difícil verlos! Si nunca has visto uno, no quiere decir que no existan. Es más, si alguno de tus juguetes desaparece sin dejar rastro, ¡no lo dudes! Tienes un simpático duende viviendo en tu casa.

Cuento de duendes para leer.. y de dragones, unicornios, brujas…

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Crédito imagen:  Freepik.es – duende (macrovector)