Cómo ser buena madre

Cómo ser buena madre haciendo cositas sencillas

Hace unas semanas me asaltó la duda: ¿soy buena madre? Se lo he planteado a mi psicóloga y me ha dicho mi psicóloga que piense más en mí, y yo le he contestado: “¿en quién?”. Y entonces me he dado cuenta de que lo que queda de mí desde que soy madre es una idea difusa de lo que fui, y eso no puede ser. Así que he decidido volverme un poquito egoísta, todo lo poquito que me permita estar a cargo de tres niños pequeños. O sea, muy poquito. ¡Pero algo de margen, hay!

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Los vampiros existen: son padres que tienen mucho sueño

¿Hay algo peor que un niño llorando toda la noche? ¡Pues sí! El tipo del “soplahojas” por las mañanas. Que llevas toda la noche sin pegar ojo (más ahora, con el calor) y cuando por fin impera la calma y el fresquito del amanecer empieza a entrar por la ventana… ¡Te despiertas dentro de lo que te parece un aspirador gigante! ¡Pero bueno, por favor! ¿De verdad hay que soplar hojas a las 8 de la mañana? ¿Qué pasa? ¿Que si esperas a las 10 ya no se puede? “Anda, pues venía a soplar hojas, pero no hay ninguna”, “Sí, es que ya se han ido a desayunar, ¡que no son horas!”

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Cómo crear hábito de lectura en los niños

Cómo crear hábito de lectura en los niños

Antes de entrar en harina y hablaros sobre cómo crear hábito de lectura en los niños, narraré una anécdota bastante ilustrativa a este respecto. Me he comprado un libro buenísimo. Buenísimo, buenísimo. Literatura pura. Vamos, que de tan bueno que es no entiendo ni una palabra de lo que dice. Pero me queda guay debajo del brazo: la portada va a juego con mis zapatos.

El otro día estaba en una sala de espera con mi hija María. Yo hacía como que leía el libro buenísimo, mientras ella ojeaba un cuento y practicaba su reciente habilidad lectora. De pronto, una madre que se me sentaba al lado -y cuyo hijo se hallaba abducido por una tablet de las caras-, levantó la vista del móvil y me preguntó: “¿Cómo haces para que tu hija lea?”. Yo, tan perpleja como sarcástica, señalé el libro buenísimo y susurré: “Leyendo a los grandes. Ellos lo notan”. No hace falta contar cómo discurrió la conversación: sólo diré que aquella señora salió de la sala de espera muy agradecida y con mi libro buenísmo debajo del brazo. ¡Ja!

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ir a la playa con niños

Ir a la playa con niños no mola tanto como parece

Ir a la playa con niños te hace darte cuenta de muchas cosas. No sé por qué la idea de ir a la playa despierta en las personas tanto entusiasmo. En mí, la primera. Y no me refiero a una desierta playa del Caribe, de arenas blancas y aguas turquesa, donde las palmeras se inclinan sobre el mar desafiando la gravedad, no. Me refiero a una playa de esas masificadas, de arenas grises y aguas turbias, donde lo único que se inclina sobre el mar y desafía la ley de la gravedad son tus carnes después de tres embarazos. Todos los años estoy deseando ir, y todos los años estoy deseando IRME.

Claro, que no es lo mismo el recuerdo que tienes de la playa de cuando eras niña: jornada de baño, risas, castillos de arena, colchonetas, correr desnuda por la orilla hasta el atardecer… O de cuando eras chavala: escapada con amigas, lucir palmito, fichar palmitos, horas muertas en el chiringuito… O de cuando ibas con el noviete: besitos en la arena, besitos en el agua, besitos en el chiringuito, correr desnuda por la orilla hasta el amanecer… 

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beneficios del cine en los niños

Beneficios del cine en los niños. ¡Toma nota, mamá!

Hoy voy a hablaros de los beneficios del cine en los niños. Sí, cine. Esa cosa con la que no tengo contacto de ningún tipo desde que nació Emma. Seguro que cualquier madre de andar por casa me entiende si digo que, para mí, las películas ya sólo tienen principio: esos diez minutitos durante los cuales te invade la fe y crees que tus hijos se mantendrán alejados mientras disfrutas de una buena peli de sobremesa. ¡Ja! He picado decenas de veces… Es subir los pies al sofá, tirar un poquito de la manta… y tenerlos encima gritándote en la oreja.

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diversidad familiar

La diversidad familiar, un orgullo

En Mumablue somos firmes defensores de la familia: por eso queremos sumarnos al Día del Orgullo reivindicando la diversidad familiar. Además, apostamos siempre por valores como el respeto, la inclusión y la tolerancia, valores muy presentes en nuestros cuentos en diferentes contextos, valores que creemos que son la base de una educación responsable y saludable.

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equipaje con niños

Equipaje con niños: ¡Nos mudamos 15 días a la playa!

El otro día vi un documental de los años 60, de cuando en España nos empezábamos a “ir de vacaciones” en verano. ¡Entonces no le temían al equipaje con niños! Toda la familia cabía en un Seiscientos. Y cuando digo toda la familia me refiero al padre, la madre, los cuatro hijos, la abuela… ¡Y la jaula del canario! ¿En serio? En la baca, dos maletitas escuetas. ¿EN SERIO?

Nosotros, con tres hijos, tenemos un monovolumen y, sin embargo, creo que este año vamos a tener que contratar un camión de mudanzas… El monovolumen está bien para cuando nos vamos de finde. (Bueno, quizá también se quede un poco justo). Pero para viajes más largos… ¡Olvídate!

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Educar en el cuidado del medio ambiente

Educar en el cuidado del medio ambiente, un juego de niños

El otro día me puse a pensar en cómo educar en el cuidado del medio ambiente a mis hijos y de qué manera los padres deberíamos abordar cuestiones como el consumo responsable, la sostenibilidad ambiental, la huella ecológica o la importancia del reciclaje. Para ello, hice memoria y me retrotraje a la época en la que yo empecé a reciclar… ¡Qué recuerdos! Qué bonito era todo. Y qué importantes nos sentíamos separando los residuos ¡Yo hasta los lavaba antes de llevarlos al contenedor! 

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viajar con niños

Viajar con niños. ¿Ser madre mochilera? ¡Menudo bulo!

Viajar con niños cambia, radicalmente, la idea de lo que es viajar. Tengo amigas madres “viajeras mochileras”. Vamos, o al menos eso dicen… aunque yo no me lo creo, la verdad. O a lo mejor es que tienen un concepto equivocado de lo que es un mochilero… El primer principio de todo mochilero es la libertad, la incertidumbre, la capacidad de improvisación… conceptos que chocan frontalmente con la condición de ser padres y, por tanto, con el hecho de viajar con niños.

Si echo la vista atrás y recuerdo mis tiempos de mochilera, me doy cuenta de que hacer ese tipo de viajes con los hijos es una utopía de las buenas. Los viajes de mochilero son viajes sin preparativos, sin rumbo, sin orden ni concierto. Ves una oferta de vuelo, llamas a tu amiga la que siempre dice sí, metes en la mochila tu ropa vieja… y en cuestión de horas estás en mitad del Serengeti tratando de negociar con un león en suajili.
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La etapa de “los por qué”

La etapa de “los por qué” te convalida cinco carreras y un máster en Paciencia

Toda madre debe “sufrir” a etapa de “los por qué” cuando su hijo tiene entre dos y cuatro años. Nadie sabe cómo se produce este cambio: un día son bolitas rollizas que no saben articular palabra, y al siguiente se han convertido en diminutos periodistas preguntones con una ávida necesidad de conocer todos los porqués del mundo. ¿Y a quién interrogan? A los papás, claro. Yo creo que, con eso de que son nativos digitales, nos ven como una especie de Google de carne y hueso. ¡Y su curiosidad no tiene fin! 

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